Por Eugenia Devoto
El lugar es Ramírez de Velazco 957, la calle se encuentra
paralela al Bv. Las Heras. Afuera de la Casa Taller no hay cartel ni indicación
alguna de lo que sucede adentro salvo por un pequeño stencil en letra cursiva
que dice, a la altura de los ojos, Casa
Taller.
Entro y me recibe Mati, alcancía en mano. La entrada es a colaboración. A la derecha se
encuentra la escalera que lleva al sótano que da nombre al evento. Bajo, lo
recorro. Encuentro la barra, y le siguen dos habitaciones contiguas con luces
bajas, graffitis, y en una hay un falo
que sobresale de una pared. Salgo por el extremo opuesto, ingreso al patio y de
ahí a la cocina y de ahí al atelier de uno de los habitantes de Casa Taller.
Vuelvo a entrar. A la izquierda en una habitación, una fotógrafa brasilera
expone su obra. Luces verdes y azules se proyectan y un árbol se retuerce sobre
la pared. Comienza a entrar más gente a la casa y empiezan las bandas.
Niño Elefante es el invitado de la noche y el primero en
tocar. Viene armado de un violín y un pedal con delay. Las melodías se
superponen una sobre otra en capas. 0010 es la banda que le sigue. Podría decir
que es conjunto a-genérico ya que cada tema explora un sonido distinto. Se
mueven cómodamente entre el indie, reggea, pop, rock, noise. The New Capes es el plato fuerte con delay,
distorsiones y una voz que recuerda a la de David Lynch en su último álbum The big dream.
Un chico, que suele verse por ciudad universitaria ofreciendo
panes rellenos, me atrae a la habitación donde estaba anteriormente la
fotógrafa. Me invita a sentarme frente suyo en una mesa y me ofrece una copa de
vino. “¿Qué te pareció?”, me pregunta y antes que pueda responder choca su copa
contra la mía y bebe. Toma un rectángulo blanco de papel y apoya su copa sobre
él, dejando una aureola de vino. Luego toma una pluma, la embebe en vino y
firma el papel. No distingo el nombre y no entiendo muy bien de qué vendría a
tratarse la performance de la que formé parte, pero me llevo mi obra con el
vino aún fresco. Todavía la conservo.
Mi impresión final: un lugar de confluencia de sensibilidades
diversas pero compatibles, un espacio de autogestión –un espacio político, en
este sentido-, son algunas claves que pueden ayudar a pensar al Movimiento
Sotánico pero que no lo agotan en tanto que cualquier espacio de experimentación
se encuentra en constante mutación.